...la competitividad?
Al entrar en el apartado de deportes de cualquier periódico, vemos numerosas noticias sobre torneos, partidos y competiciones, lo que me ha hecho reflexionar sobre las implicaciones de la competitividad, no tanto en el deporte, sino más bien en la vida.
La competitividad es una cualidad natural del ser humano que ha estado presente desde el inicio de nuestra especie. Podemos poner la Prehistoria como ejemplo, pues en aquellos tiempos nuestra competitividad innata nos daba la habilidad de pelear unos contra otros con el objetivo de adquirir la cantidad necesaria de alimento para la supervivencia diaria. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestra visión de la competitividad no es la misma que antaño y no la consideramos como una virtud necesariamente.
Hoy en día, esta cualidad se mantiene en un segundo plano, pues ya no es estrictamente esencial para satisfacer necesidades humanas, como es el caso de la alimentación. Asimismo, al igual que hemos ido evolucionando como especie, nuestros valores han ido cambiando a lo largo de la historia. Estoy segura de que, generalmente, ya no consideramos una verdadera virtud tener un carácter especialmente competitivo. Al contrario, concebimos la competitividad como un rasgo más que caracteriza a una persona y que, en cierta medida, puede condicionar que esta nos guste más o menos. Y es que, llevando el ejemplo al extremo, alguien que convierte situaciones cotidianas en una competición constante y que, si “gana”, se vanagloria de ello menospreciando a la otra persona, no suena precisamente amigable.
Es por esto que la competitividad ha adquirido con el tiempo una connotación negativa que suele estar relacionada con la creencia de un individuo de ser superior a otro y con la humillación por parte del “ganador” hacia el “perdedor”. No obstante, este no es el único punto de vista con respecto al objeto de análisis. La competitividad no tiene por qué asociarse con este tipo de conductas, dado que, bien entendida, nos sirve de estímulo y motivación para mejorar nuestras capacidades.
En definitiva, todo depende de cómo se enfoque en la práctica la competitividad. La clave se encuentra en las intenciones y consecuencias que derivan de esta actitud.
Buena reflexión pero, quizá, te faltó ilustrar en qué consiste la "buena competitividad" para apreciar los dos enfoques. Revisa el uso de la coma al final del 2º párrafo.
ResponderEliminar¡Sí! Pensaba profundizar y aportar nuevas ideas sobre este tema en la siguiente entrada para mostrar los dos enfoques.
EliminarLa competitividad tiene su lado positivo, ya que te hace dar lo mejor de ti. Intentas entrenar y mejorar al máximo, todo por querer ganar. Pero hay que saber perder, no dejarte derrumbar por una batalla perdida, es parte de la vida.
ResponderEliminarMuy interesante la reflexión acerca de este tema, que no se suele debatir, es curioso ver las diferentes percepciones que se tienen de una persona cuando es competitiva
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con tu reflexión ya que la competitividad se puede mirar desde varias perspectivas. Sin embargo, le has dado más importancia al hecho de que ésta sea mala en ocasiones por infravalorizar al prógimo y yo pienso que hoy en día, o te espabilas y luchas, o te comen las moscas. Muchas veces es cierto que competimos para satisfacernos sabiendo que somos "mejor" que el otro en cualquier ámbito pero resulta, que muchas otras veces lo hacemos para luchar por nuestras ambiciones y cumplir con nuestros objetivos. A pesar de ello, creo que has sabido manifestar tu idea correctamente y concuerdo con muchos de los argumentos.
ResponderEliminarYo creo que la competitividad, despojada del sentimiento de superioridad (dime de qué presumes...), es la que impulsa a la humanidad a tratar de mejorar.
ResponderEliminarObservando la competitividad en el campo del deporte, tu enlace me ha llevado a ver la enésima victoria de Rafa Nadal. No sé si el mejor jugador de tenis de todos los tiempos, pero nunca le he oído menospreciar a sus contrincantes. Siempre se analiza a sí mismo, puede decir "hoy me he esforzado más", "hoy no he estado a mi mejor nivel", independientemente de haber ganado o perdido. No es falsa modestia, es valorarse en lo que él puede cambiar.
La persona competitiva es la que se mide tiempos cuando va a andar, la que cuenta el número de veces que una piedra rebota en la superficie del agua, la que haciendo una pajarita de papel, o planchando una camisa, se pregunta cuánto tarda en hacer o planchar una, y trata de hacerlo en menos tiempo.
Ser competitivo no es tratar de ser mejor que los demás, es tratar de ser mejor uno mismo. Es plantearse retos, resolver una integral, escribir un estándar de Historia completo en el tiempo dado o subir una pared vertical, y tratar de superarlos.