...la competitividad positiva?

En la entrada anterior comenté algunos aspectos de la competitividad, aunque me centré sobre todo en la parte negativa, cuando en realidad pienso, como di a entender en la conclusión del texto, que su concepción depende del contexto en el que se da esta actitud.

Entonces, si bien es verdad que llevar la competitividad al extremo causa rechazo hacia la persona que, por hacerlo, se muestra prepotente y arrogante; cuando dicha persona es capaz de enfocar la competitividad de forma exclusivamente individual, logra en consecuencia fijar objetivos claros que tiene interés en cumplir independientemente de lo que hagan los demás. Se sume, por tanto, en una competición consigo misma.

Por otro lado, la presión que sentimos al retarnos supone una motivación para esforzarnos, alcanzar nuestras metas y llegar más lejos, así como nos ayuda a darnos cuenta de que, realmente, debemos poner nuestra mejor versión para obtener los mejores resultados. Asimismo, podemos incluso ser una fuente de inspiración para la gente que nos rodea si manifestamos las ganas y el entusiasmo que derivan de los retos que nos proponemos.

No obstante, aunque el optimismo siempre es bienvenido y en muchas ocasiones fundamental, no podemos permitirnos fijar objetivos excesivamente difíciles de cumplir. Por mucho que confiemos en que nuestra actitud competitiva colaborará en la realización de numerosas tareas, desde el momento en el veamos que no somos capaces de alcanzar nuestras metas debido a su complejidad, perderemos la motivación que nos mantenía en pie.

En definitiva, todos los extremos son malos. Podemos decir que existe la competitividad positiva (con uno mismo) y que es útil para asegurar la productividad en el desempeño de actividades. Sin embargo, en ese caso también debemos considerar el hecho de que, si no tenemos cierto autocontrol, resultaría relativamente fácil salirse de la competitividad positiva y entrar en una conducta perjudicial en la que nos culpamos por no lograr nuestros objetivos.


Comentarios

  1. Buenos días, me ha gustado mucho tu entrada. Estoy de acuerdo en que ponerse metas y luchar por ellas (esa competitividad individual) es la clave del éxito personal; sin embargo, no creo que la única competitividad positiva sea la individual. Solo hay que pensar en las empresas, cuando existen dos o más empresas que venden el mismo producto o servicio, estas se esfuerzan por mejorar (beneficiando así a la sociedad); pero cuando no existe competitividad alguna, esa empresa se aprovecha de su condición y deja de tener interés por mejorar sus productos, perjudicando al consumidor. En cualquier caso, este ejemplo es extrapolable a la competitividad colectiva en cualquier otro ámbito, que, en mi opinión, también puede ser beneficiosa.

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  2. Gran entrada, muy útil en la época escolar que atravesamos actualmente. Considero fundamental el establecimiento de metas a nivel personal para la superación y la mejora que supongo, todos buscamos. Tienes razón en que en ese afán de superación tendemos a compararnos con nuestro entorno, convirtiéndolo en una competición, ignorando que las condiciones bajo las que nos encontramos difieren para cada individuo. La competitividad, como todo, en su justa medida, es necesaria.

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  3. Muy interesante el tema que nos planteas, ponernos metas pienso que es algo vital en nuestra vida, para así verle más sentido a todo lo que realicemos. Pero es cierto que a veces la competitividad puede jugar una mala pasada, no obstante, creo que es parte del proceso y necesaria.

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